sábado, 9 de diciembre de 2017

Día 14 de noviembre de 2017 - El Corral de Picante (Tomelloso)

Esta vez amanecimos unas horas antes con el canto de los gallos. La marcha consistía en rodear Socuéllamos (refrán de Urbano; “venga andar, venga andar y Socuéllamos siempre a la par”). Esta vez andamos más que ayer, por la mañana 14 km y por la tarde 12 km. Por el camino, cruzamos dos carreteras y cazamos un conejo.

Las ovejas debido a lo que comieron el día anterior, casi todo fueron uvas, hubo alguna que terminó empachándose, las cuales se notan por su marcha “envarada” y además les cuesta seguir la marcha del rebaño. Por ello, algunas fueron tratadas con oxitetraciclina y dexametasona, y con éxito se solucionaron.

Durante esta marcha los problemas que vimos fueron nuevamente un puente estrecho y el AVE que pasaba por encima. Además, la presencia de alambre de los vallados de las cosechas que ocupan parte de la Cañada, hicieron que dos de las ovejas quedaran atrapadas, una de ellas perdió el crotal, y la otra quedó enganchada por el cuello.


En cuanto a los hateros, tuvieron los mismos problemas que ayer, el suelo era muy duro para hincar las piquetas de las tiendas y había muchas piedras las cuales hicieron su efecto terapéutico en las contracturas de alguna que otra espalda.

Por el camino nos encontramos con un antiguo y conservado refugio de pastores manchegos, el cual tiene forma de bóveda o cúpula, toda ella fabricada con piedra.

Vidal nos ha contado las peculiaridades de su rebaño. Nos explicaron los distintos tipos de cencerros, tales como: cañón/arranquera, arrieras, trucas, ticotas, cencerros, cencerrillos, cascabeles, etc, y que el conjunto de ellos se llama alambres.

Además, Marian nos enseñó un antiguo ritual pastoril para la curación de las verrugas, el cual consistía en coger un hueso que fuese viejo, que te lo has de untar en la verruga, luego se deja el hueso en el mismo sitio y posición en el suelo y se debe dar tres vueltas sobre el hueso en dirección a las agujas del reloj.

Vidal nos explicó que las ovejas que eran sospechosas de no quedar gestantes les colocaba un cencerro. Esto tiene su explicación, y es debido a que suelen ser ovejas “machorras” y se trata de una infertilidad de carácter genético. Por esa razón esa oveja estará gorda y lustrosa y al colocarle el cencerro es más fácil identificarla si ha parido o no. Además estos animales suelen estar más gordos y soportan mejor el peso de un cencerro de mayor tamaño.

Al final del día, tuvimos otro problema. Cuando llegamos a nuestro hato nos dimos cuenta que los pilones que había estaban vacíos, por lo que las ovejas no pudieron beber agua.

Autores: Blanca de la Hoz, Jose Carlos García, Ainhoa Gil, María Guillen, Nuria Lasheras, Andrea Naval, Jose Antonio Ventura y Sara Vidal.
Profesores acompañantes: Marian Ramo

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