miércoles, 29 de abril de 2015

Día 20 de noviembre - Segundo día de vereda

Nos despertamos con las carcajadas de Carlos, que espera junto la hoguera con el café caliente y las magdalenas caseras. Pronto recogemos el campamento y partimos con las ovejas. Al poco de empezar la caminata la ropa empieza a sobrar.



Vidal X, El Sabio, nos da las primeras instrucciones sobre la Vereda: 
  • No traspasar la línea continua.
  • El ganado nunca se pierde, se pierden los pastores.
  • Obedecer en todo momento.



Tras una mañana de refranes y rompecabezas… adivina adivinanza ¿qué vamos a meter en la panza?


Seguimos el camino cuando Andrea y María deciden demostrar su dominio de la doma clásica montando a Problemas, el burro que nos acompaña. Él mismo protagonizará la siguiente hazaña. Decide independizarse, pastar en la lejanía y aunque le llamamos repetidas veces, al final tendremos que volver para redirigirlo hacia el rebaño.




Después de la caminata, nos espera la fogata. Cenamos un buen puchero y sin perder las buenas costumbres, nos reunimos todos con nuestros vasitos de orujo y pacharán para dar inicio a la tertulia. Los pastores nos hablan de su juventud y sus experiencias en la Mili. Ya no estamos tan cohibidos… cada vez nos soltamos más a la hora de participar en las charlas nocturnas.


De ahí a dormir: Inicio del desafío Quechua, desnivel de 65º.

Frases del día

La lumbre del pastor, cuando se va la mejor. Vidal 

Autores: Ane, Ines, Andrea, Lucía, Teresa, Maria, Gerard, Juanjo y Sergio

lunes, 27 de abril de 2015

Día 19 de noviembre - Primer día de vereda

Salimos a las ocho de la mañana de Zaragoza, queremos llegar antes de que anochezca para no perdernos. Nos queda un largo camino por delante… tramos en coche y tramos a pie.

Somos nueve en el grupo repartidos en dos carros. Pararemos a almorzar y comer. Momento de pánico: Las llaves del coche desaparecen en manos de Inés, la más joven del grupo.

Aunque ya estamos cerca del punto de encuentro con los pastores, nuestra orientación no funciona como debería y nos perdemos por las carreteras de la mancha, entre colinas y molinos.

A las cuatro y media de la tarde nos encontramos con nuestros compañeros de viaje. Ya tienen preparado el campamento Pitufo, cosa que se identifica por el color azul de las tiendas.


Tras conocer a nuestras anfitrionas, las ovejas, pasamos tímidamente a conocer a unos señores que las acompañan. No tenemos claro si son estudiantes de la facultad o pastores, ya que todos llevan la sudadera de nuestra universidad.



Después, nos “arrejuntamos” alrededor del fuego, cada uno con su copa en mano y charlamos hasta que el manto de estrellas nos cubre por completo.

No tardaremos en ir a dormir. Mañana empieza la gran aventura.


Frases del día:
Lo más importante es vivir y dejar vivir. Ismael
Esto es como el porno: Puro y duro. Ismael

Autores: Ane, Ines, Andrea, Lucía, Teresa, Maria, Gerard, Juanjo y Sergio

martes, 14 de abril de 2015

Día 18 de noviembre - "La despedida"

Esa mañana amanecimos con escarcha en las tiendas, fue una de las noches más heladas de nuestra andada. Esa mañana el desayuno era aún más delicioso que otros días, porque sabíamos que lo echaríamos de menos. Es imposible no echar de menos esa experiencia, el compartir todo el tiempo persona con persona, estar rodeados de vida como quién dice, y aprender a valorar los pequeños detalles como sonrisas, enseñanzas de nuestros mayores, complicidad entre nosotros, conocernos como personas y valorar todo eso, además del aprendizaje profesional.



Esa mañana nos sentimos más grandes, habíamos crecido, era evidente.

Llegó el momento del ¡hasta la próxima!, nos despedimos uno a uno de nuestros pastores, siendo Vidal el último que fue a soltar su rebaño, hay que reconocer que no le gustan para nada las despedidas, evitaba alargarla. Era evidente que en ellos dejamos una marca, ¡el grupo 3! Y obviamente ellos en nosotros, fue de las mejores experiencias de nuestra vida.

Después de los besos y las despedidas, de los buenos deseos y con nuestro cuerpo de repente agotado, nos encaminamos de vuelta a Zaragoza, unos hablando, otros durmiendo…pero volviendo a nuestro origen, la Facultad de Veterinaria.

Autores: Fran Saura, Pepi Rivera, Calasanz Jiménez, Begoña Arnaiz, Teresa Fanlo, Marta Jorba

miércoles, 8 de abril de 2015

Día 17 de noviembre - "Alhambra, y no la de Granada"

Esa mañana era día de patología, Pepi con problemas de visión avisó, “¡los perros comen conejos!”, no eran conejos, eran abortos. Una posible explicación podría ser el esfuerzo y escasez de comida el día anterior, que como veríamos a lo largo del día en esta jornada cambiaría.

El objetivo mañanero sería atravesar el pueblo la Alhambra sin ningún contratiempo, aunque solo de oírlo se puede pensar que la cerveza crece en los árboles, no fue cierto. 

Caminamos por una colina, las vistas eran majestuosas, se levantaban sobre una meseta una pequeña muralla derruida y en su interior el pueblo, con sus mejores galas nos esperaba.


Bajando por la colina y pisando ya tierra menos escarpada empezaba para nosotros la jornada laboral, había que vigilar el rebaño entre bocado y bocado del mismo. Era todo más verde, más comida, se pintaba la felicidad en las caras de nuestras ovejas. Cruzamos por encima de un riachuelo, éste se perdía después en la tierra, si dabas patadas en el suelo podías hacer agujeros donde aparecía agua, ¡y se hizo la vida!

Pasado el tramo del río, ya más cerca del pueblo, Vidal nos mandó a distanciarnos y a estar cada uno a una distancia prudencial a cada lado, con la única función de evitar que el rebaño se metiera en el sembrado y en el campo de olivos. Esa mañana fue más trabajar y menos hablar, era época de acción.


A la hora de atravesar el pueblo, como siempre debíamos coger a Problemas, para evitar que nos causara alguno, y en esas, pensando que controlado ese factor todo sería tranquilidad, para disgusto de Teresa y Begoña unos paisanos de Alhambra se interesaron por su adoptado chotillo, “el colorado”…se palpo la tensión, y se oyeron a km los suspiros, cuando ellas percibieron que nuestro jefe y amigo Vidal no estaba interesado en vender el pequeñín de la casa. Seguimos nuestro camino, habiendo informado a los potenciales compradores que en verano volverían sobre sus pies por la misma vereda.


En nuestro camino por el pueblo tuvimos alguna que otra dificultad, por regla general los vehículos respetaban, pero no pudimos evitarnos llevarnos un susto con un conductor que se sacó el carnet en la tómbola, si es que por poco nos pisan a Margarita. Pero como decimos menos mal que fue un susto. 

Ya estábamos cerca de la comida, podíamos olerla, pero aún debíamos cruzar por debajo de un puente esquivando una casa que entre todo nos reducía la vereda casi a un paso de individuo por individuo, como siempre, ¡errores humanos!

¡Al fin!, llegamos donde nuestro olfato nos llevó, y es que pasada la Alhambra, cerca de un campito de fútbol nos esperaba unos huevos fritos calentitos, con ajo y nuestro embutido tan deseado, ¡qué bien nos sabía la comida!

Aquella tarde fue tranquila. El tiempo parecía acompañarnos en nuestro final del viaje y estaba casi perezoso, calmado. Anduvimos despacio, al fin las ovejas tenían un poco de comida al lado de la vereda así que las dejamos disfrutar después de unos días un poco más duros para ellas.


Mientras las ovejas pacían, Begoña y Teresa nos demostraban sus dotes como amazonas a lomos del burro. Para ser justos, hay que decir que Problemas parecía entenderse mejor con Begoña, más habituada a galopar pero Teresa se defendió muy dignamente pese a los intentos de sus malos compañeros por hacer cabrear a su montura.


Subimos una pequeña loma sobre la cual se asentaba un santuario en honor a la virgen de Fátima, aunque antes tuvimos tiempo de comprobar como no debe ser una paridera y que bien les sienta a los animales andar a su aire en vez de estar hacinados. 

Después de pasar la ermita, demostramos que prohibir las cosas sólo sirve para que tengamos más ganas de hacerlas. Encontramos un bonito cartel que rezaba:


Y como no, pues nos pusimos a buscar setas como si no fuéramos a tener otra cena. Ismael y Vidal discutieron sobre si cogerlas o no, pero para cuando nos quisimos dar cuenta, ya llevábamos una bonita cantidad, así que cogimos todas las que pudimos.

Vivimos un momento de tensión cuando nuestro compañero Problemas desapareció, pero tras una larga búsqueda Pepi lo rescató de sí mismo.

Llegamos tranquilamente a las tiendas y la hoguera. Estaban exactamente en el mismo lugar que el año pasado, al abrigo de un pequeño semicírculo de árboles que ellos mismos habían hecho. Mientras los más vagos (o cansados) charlaban cómodamente al calor del fuego, aparecieron de nuevo los dos vecinos de Alhambra que querían comprar el choto que habían “adoptado” Begoña, Marta y Teresa.

Al final “el colorado” se salvó, y por un macho vinieron y con dos hembras se fueron.

Urbano nos preparó nuestro pequeño botín, para abrir el apetito antes de la cena. No sé si era el hambre del camino o la satisfacción de haberlas cogido nosotros, pero acabamos con las setas rápidamente y con mucho gusto. Sin embargo, Urbano explicó cómo deben comerse estas setas para disfrutarlas de verdad, cuando lo comprobemos quizá os contemos el secreto.

Cenamos carne a la brasa y no tardamos en acercarnos al fuego. Los pastores estaban más animados, al día siguiente “conquistarían” el Pozo de la Serna y darían cuenta de un bar por primera vez en bastantes días. Veían más cerca el final, en especial Pedro, que, como nosotros, concluía ya su vereda y volvía con su familia. 

Bebimos un poco de atrevido orujo y mistela para acallar un poco el frío pero no tuvimos valor de hacer tarde. Los días en la vereda empezaban a pesarnos a nosotros, jóvenes y con sólo 5 días en nuestras espaldas. Tuvimos tiempo antes de leer el blog de Ismael (incluida una entrada con puyita para los veterinarios) y de aprender a hacer queso de cabra gracias a las explicaciones de Carlos.

Nos fuimos a dormir pronto, más pronto de lo que nos hubiera gustado. Todo había pasado demasiado deprisa, mucho más de lo que nos hubiera gustado.


Autores: Fran Saura, Pepi Rivera, Calasanz Jiménez, Begoña Arnaiz, Teresa Fanlo, Marta Jorba

sábado, 4 de abril de 2015

Día 16 de noviembre - "Ruidera, demasiado ruido para el ganado"

Amanecimos en el coloquialmente conocido “Barranco de la vieja”. Cogimos fuerzas a base de nuestro típico desayuno de café caliente con leche para la mayoría, aderezado con cenizas en el caso de Teresa y Rubén, y con leche condensada, en caso de Marian. Lo que ninguno se saltaba cada día eran esas madalenas que se deshacían en la boca, tan dulces, tan esponjosas, ¡qué recuerdos! Algunos afortunados a los que se les enredaba menos el saco a primera hora, podían escoger las de chocolate, las mujeres, por lentas, se comían las que quedaban.


Antes de partir, Vidal e Ismael hacen un repaso del ganado para ver quién necesita una ayudita para continuar con el duro camino, consiste en un empujón a base se Terramicina y Flunixinmeglumine, que es aplicado a los animales con cojeras.


El recorrido de este día hace que nuestros pastores estén más alterados de lo normal, la idea de atravesar el pueblo, no les había dejado conciliar bien el sueño la noche anterior.

El camino ya no es llano, hay más arbustos, más carrascas y encinas, mucho tomillo y romero, pero menos alimento para el ganado y más escondites en los que las ovejas puedan entretenerse. Si Vidal y sus fieles y obedientes perros no están alerta tal vez dejemos atrás algún animal. Contamos con la experiencia del pastor y sus canes, porque lo que somos los estudiantes, con hacer alguna foto y poner un pie detrás de otro ya tenemos bastante ocupación.


Cualquier ser humano esperaría que en la Cañada Real sólo se escucharan los ladridos esporádicos de algún perro, el pisar de los pastores y los cencerros del ganado. Pero desgraciadamente no es así, casi llegando al municipio de Ruidera, nos encontramos con dos grupos moteros, que se apoderaban del sendero como si fuera suyo. Seguramente, o así cabría esperarlo, ellos son conscientes que tales actividades están totalmente prohibidas en la cañada. Y si aún fuera poco, además de provocar alguna que otra estampida ovina, hubo uno, el más gracioso de todos, que tuvo el placer de darle un poco más de gas a su vehículo cuando se encontraba apenas a unos metros del ganado. A pesar de nuestro enfurecimiento, siguiendo el consejo del pastor, en lugar de enfrentarnos a ellos, aplicamos el lema de: “vive y deja vivir”.


También por aquellos parajes, y una vez pasada la polvareda de las dichosas motos, podíamos divisar a la derecha del camino una pequeña casita muy humilde, que daba nombre a “el chalet de las Koplowitz”. Por el lado contrario, a nuestra izquierda se podían observar las famosas y tan mencionadas Lagunas de Ruidera, en las que Vidal nos invitaba a tomar un fresquito baño. Antes de la llegada al pueblo, un nuevo individuo, Leandro, viejo amigo de los pastores aparece en el camino para acompañarnos en la jornada.

Ante tales vistas paisajísticas no podíamos obviar esas clases magistrales de geografía de los días anteriores, donde aprendimos que de esas lagunas nacía nuestro querido río “el Guadiana”.


Son Marta y Marian las hateras que acompañan a Urbano en el día de hoy, y ellos los que tendrán que discutir con el policía local puesto que por ser domingo, y haber mercado, ponía trabas al paso de las ovejas. ¡Pobre diablo! ¡¿De verdad creía que podía alterar las intenciones de Urbano? El camino no está cerrado, es del rebaño.

Ismael, a la espera de la “Benepérrita”, nos demuestra su dominio sobre el ganado, es capaz de contener los 3.000 animales sin sobrepasar los límites. En el trascurso por el pueblo, como japoneses, nos esperaban con sus cámaras los ruideros para hacernos algo más que un reportaje fotográfico.


Una vez pasado el famoso pueblo, todos los pastores se quedaron más tranquilos y emprendimos camino montaña arriba. Tras la subida del monte, ayudamos guiando al ganado para que no sobrepasaran la carretera que se situaba junto a la vereda. Una vez cruzada dicha calzada, nos dispusimos a comer. Al sabroso banquete, nos acompañó otro amigo de los ganaderos, que muy gustosamente nos trajo unas cervezas bien frías y unas aceitunas aliñadas que nos supieron a gloria.

Una vez terminado el banquete y sin dar tiempo a que la sangre bajara al estómago, situación que nos habría provocado como dicen los estudiantes de veterinaria una gran somnolencia no patológica, emprendimos nuestra marcha camino al punto donde dormiríamos esa noche. Nos despedimos del aliñador de aceitunas y domador de caballos y seguimos nuestro camino con Leandro. Problemas que había pasado toda la mañana con Pepi ahora estaba bajo los encantos del joven Calasanz, pero no fueron suficientes los susurros al oído para que lo siguiera por el camino oscuro de los romeros, prefirió ir acompañado de Pepi. Sin saber que un poco más tarde, esta montaría en su lomo con la ayuda de Fran que lo sujetaba, sino no hubiera habido amistad burro persona que valiera, seguramente Pepi habría probado el tomillo.


No podemos olvidar la historia del chotillo huérfano, ese chotillo que balaba al son de las imitaciones de las que querían ser mamas adoptivas (Teresa y Begoña), de ese deseo éramos todos conocedores, por lo que a partir de entonces su héroe Vidal consiguió coger al chotillo aprovechando el despiste del mismo, pudiendo todos cumplir nuestra voluntad de hacernos fotos con él, era tan dulce como el cordero de Mimosín. Entre estas peripecias con nuestros acompañantes de camino a cuatro patas, también tuvimos tiempo de recibir una lección por parte de nuestra profesora sobre vacíos legales en la administración y los problemas que dio en Brucelosis y Lengua Azul, explicándonos el miedo que tenían en la actualidad por los trashumantes debido a la aparición de brotes de Lengua Azul en el sur. Este riesgo podría suponer el no retorno de los mismos a tierras aragonesas.


Terminada la cuesta grande, ya casi todo el terreno era aún más variopinto, pasamos por un terreno privado, donde como dijo un sabio más vale pedir perdón que permiso y por tanto dejamos pastar allí las ovejas hasta que viéramos que estaban a punto de echarnos, las pobres no habían podido comer mucho antes y ahora tenían su merecido banquete…nosotros ya tendríamos el nuestro a la llegada.

Cuando nos empezaron a rugir las tripas ya preguntábamos los más glotones cuánto quedaba para llegar al punto dónde pasaríamos la noche, Vidal con su inmensa paciencia primero decía, “cerca de los molinos de viento, aunque la próxima noche dormiremos más cerca…”y ya cuando el sonido del vientre de alguno de nosotros se hizo evidente decía, “tranquilos, llegaremos antes de cenar…”ese era nuestro consuelo, ya que era imposible no sacar una sonrisa tan solo de oler los aromas de la gastronomía de Urbano, era un placer para los sentidos y para el estómago, a la vez que un abrigo para el cuerpo.

Después de una tarde agradable y tranquila, pasando finalmente por un valle en el que nos indicó Vidal, nuestro profesor de vereda, que había estado un rebaño de ovejas y vacas unas noches atrás porque se habían dejado una pieza rota del pastor eléctrico, pudimos divisar el humo, la señal de que nuestros deseos se verían cumplidos en poco tiempo, llenaríamos el buche y oiríamos recitar a Ismael, mientras Carlos nos contaría un chiste y se reiría a carcajada limpia, esa noche cenamos puchero, como la anterior, pero sin la lluvia que nos rocío, se puede recordar el aroma, como los callos y la morcilla daban ese sabor característico, ¡ai! Y que sería sin la ensalada de tomate y ajo, éramos los últimos en terminar de cenar y casualmente nunca sobraba nada.

De noche todos los gatos son pardos o negros, otra enseñanza con la que acostarnos, sinceramente de noche todo lo vemos negro…exceptuando el blanco de los ojos o esclerótica para los amigos.


Autores: Fran Saura, Pepi Rivera, Calasanz Jiménez, Begoña Arnaiz, Teresa Fanlo, Marta Jorba

miércoles, 1 de abril de 2015

Día 15 de noviembre - "El puchero que no menguaba"

Haciendo oídos sordos a los rebuznos de Problemas, debatiendo dentro del saco, calentitos, si había sido el primero o el tercero de la mañana para retrasar nuestra salida, nos armamos de valor para salir de la madriguera y enfrentarnos a la nueva jornada.


Corremos en vestirnos y guardar las pertenencias y salimos disparados al calor de la hoguera. Con las tazas de leche sobre las brasas para conseguir algo de calor y disolver el sobrecito de “Nescafé” de Rubén el Ingeniero, y los tardíos que esperan a la segunda cafetera, cargamos las pilas para emprender la vereda.

Fran y Teresa, hateros por un día, acompañan a Urbano a hacer la compra diaria en Tomelloso, nos cargamos de pan, naranjas y unas botellitas de pacharán para la noche.

Haciendo tiempo al lento caminar ovejero, los hateros visitan una explotación de ovejas manchegas y cabras granadinas de un viejo conocido de Urbano, ven en plena acción el ordeño y no pueden resistir que se les escape un pequeño interrogatorio sobre el sector.


Tras cruzar el puente de la autovía, Begoña y Marta deciden embarcarse en una nueva aventura con patas, ¡montar a Problemas!, a la primera se le notan sus clases de equitación, el pobre burro sabe quién manda en esta pareja, pero cuando llego Marta a sus lomos, fue el compañero peludo quien toma las riendas y al trote coge el camino con ella gritando encima, gracias que el animal opta por pararse al rato y dejarla bajar.

A media mañana, disfrutamos de la maravillosa mano de Urbano entre sartenes, unos huevos esperan a los hambrientos caminantes, embutido y bota de vino… ¡y rumbo de nuevo al camino!



Dejamos atrás la llanura con sus viñedos, y ante nosotros aparecen leves colinas de encinas e infinitos olivares. Vidal nos encomienda nueva función: evitar que nuestras amigas lanudas “afeiten las barbas” de los olivos, distribuidos en fila nos colocamos en los laterales del rebaño e intentamos sacarlas como podemos.
En el camino se habla de todo, desde la actual reestructuración de la PAC hasta las vidas íntimas de los caminantes, pero en ningún momento se deja ser protagonista al silencio. Alguna de las lecciones aprendidas son las siguientes:


- “Tres cosas tiene Aragón: La Virgen del Pilar, la voz de Labordeta y que no cambian de chaqueta” (Joaquín Sabina).

- ¿Cuándo tiene más lana una oveja? (5 estudiantes de veterinaria mudos a la pregunta). Respuesta: Cuando está el macho encima.

- “Los perros siempre me hacen caso, yo les digo… ¿Vienes o vas? Y ellos siempre vienen o van”.

Además de un nutrido vocabulario pastoril:
- Oveja picona: aquella que tiene el morro superior más largo (lo que viene a ser un “prognatismo superior” que nos explican en la facultad).
- Oveja belfa: aquella que tiene la mandíbula más larga (“Prognatismo inferior”).
- Cabra mocha: sin cuernos.
- Cabra moa: con un solo cuerno.
- Menchuso: órgano reproductor masculino o pene (esta última palabra nos gustó especialmente y ha sido después muy usada en múltiples ocasiones).


Llegamos al “Barranco de la vieja” (también conocido como “El vallejo de la vieja” o “La estufa de la Abuela”), un encinar bucólico-pastoril, aunque al caer la noche los ruidos no nos dejan quitarnos de la cabeza a nuestros vecinos los jabalís.

La lluvia nos sorprende de nuevo en un momento muy oportuno, todos alrededor del puchero, por un momento parece que vence la lluvia y nos “ahoga” el cocido, pero nuestra hambre y la velocidad de “cucharada y paso atrás” se hace con el fondo de la cazuela.


Poemas, pacharán y castañas cerraron el día. También las estrellas hicieron por primera vez aparición, recordándonos que el cielo existe más allá de ese tono ocre de la ciudad. Y como bien decían los pastores, el alcohol es muy valiente pero, lamentablemente, lo que pasa en la vereda, en la vereda se queda… 


Autores: Fran Saura, Pepi Rivera, Calasanz Jiménez, Begoña Arnaiz, Teresa Fanlo, Marta Jorba