lunes, 30 de marzo de 2015

Día 14 de noviembre - "Socuéllamos, el pueblo eterno"

De dos cosas nos advirtieron a nuestra llegada, de nuestro nuevo despertador animal, el querido y bienintencionado Problemas, asno fiel e inoportuno que, dios sabe cómo, había aprendido a despertarnos con su aterciopelada voz y de que habíamos traído con nosotros el mal tiempo.



Y llovió, vaya si llovió. Sin darnos ni cuenta, estábamos de camino saltándonos constantemente la única advertencia que nos dio Vidal: no rebasar la “línea continua”, que marcaba él. La que dio más cuenta de sus puntos fue, sin duda, nuestra querida Begoña, que tuvo que hacer un curso para recuperar los puntos del carnet de conductor de animales vivos.

Mientras tanto, las afortunadas hateras del día, Marta y Marian (bonita casualidad que a la pobre jefa le tocara conducir el día que llovía…) no tuvieron que sufrir las inclemencias del tiempo y se fueron con Urbano a abastecernos y a tomarse un merecidísimo cola-cao caliente.

Los pobres diablos que aguantamos el temporal disfrutamos de una bonita mañana de acertijos y lecciones de geografía que hicieron replantearnos cómo hemos conseguido casi terminar unos estudios superiores.



Pese a que la mañana se antojaba eterna, llegó el ansiado momento del descanso para almorzar. El sol hizo un favor a la pequeña Teresa en el día que se hacía un poco mayor. Después de atracarnos de embutido y pan castellano, sorprendimos a Teresa con un genuino poema, escrito durante una de esas intensas clases matutinas en la facultad y aplaudido por los pastores, incluido el poeta del grupo, Ismael. Acompañamos el regalo de una tableta de chocolate blanco reconvertida a tarta de cumpleaños adornada con los dos famosos patitos. Agradecimiento especial a los confabuladores que hicieron posible la sorpresa.


Y hasta ahí duro la tregua. Al poco de volver a emprender la marcha y a punto de recoger al fin los impermeables, la lluvia regreso con su gran amigo el viento, y juntos, nos pusieron de barro hasta las rodillas y acabaron con la poca resistencia de nuestros paraguas tantas veces balanceados por el cierzo.



Inocentes de nosotros, aprendimos a base de sufrimiento cuanto engañan las distancias en la llanura manchega:

-¿Veis esa casa amarilla, allí al fondo?
-Sí, sí (Todos)
-No está tan lejos… (Marta)
-Ya no queda nada, 2 km como mucho (Fran)
Vidal sólo se rio y dijo medio en broma: 
-Unas dos horas…
-¡Ala! ¡Exagerado!


Pues no había manera de acercar esa maldita casa amarilla. Empapados, los pies congelados, el incauto de Calasanz sin paraguas… aprendimos otra gran lección de Vidal. Tuvimos un momento de calma en el que salió el sol y pudimos sentarnos un poco mientras el ganado pastaba.

“La lumbre del pastor, cuando se va, la mejor. Y la del vaquero, hasta el cenicero”
No entendimos el refrán hasta que, cuando más a gusto estábamos descansando, nos tuvimos que levantar para seguir la marcha. A medio camino, las sobras de un campo de melones nos dio la merienda.


Al final llegamos al corral del Picante, el final de nuestra etapa. Pero… ¡Ay de nosotros cuando echamos la vista atrás y Socuéllamos seguía a la par! ¡Maldita llanura!


Agradecimos la hoguera mucho más que el día anterior, mojados y cansados como estábamos, especialmente, nuestros traseros, botas y calcetines que fueron desfilando hasta casi calcinarse por la lumbre. Hubo algún momento de tensión cuando una imprudente jugó demasiado con el fuego.


Después de una descorazonadora charla sobre el mundo de la docencia y la universidad patrocinada por nuestros profesores, Urbano nos volvió a deleitar con otra gran cena.

Recibimos también la primera visita. Se trataba de Antonio, un buen conocedor del ovino lechero de la zona, que nos dio una buena lección del sector.

A diferencia del día anterior, y como ya nos advirtieron, no trasnochamos tanto (a las 10 a la cama) y la esterilla nos pareció bastante más cómoda y acogedora. Eso sí, nada puede compararse al colchón hinchable del “gato largo” (Decathlon) que convertía la tienda de Marian en una bonita suite campestre.

Autores: Fran Saura, Pepi Rivera, Calasanz Jiménez, Begoña Arnaiz, Teresa Fanlo, Marta Jorba

jueves, 26 de marzo de 2015

Día 13 de noviembre - "Mucha rueda y poca vereda"

Nuestra historia comenzó a las 10 de la mañana, decimos “nuestra” porque como siempre, Marian llegó tarde. Fuimos los estudiantes (Begoña, Pepi, Marta, Calasanz, Teresa y Fran) los primeros en ser reconocidos (probablemente por el bulto de nuestro equipaje) por  el infiltrado, Rubén; un profesor de ingeniería que se atrevió a probar una nueva experiencia ajena  a la electrónica, los proyectos, la mecatrónica, y más bien enfocada, a la convivencia con pastores, estudiantes preguntones, y falta de higiene.

Entre unas cosas y otras, y tras recibir la advertencia de Antonio Romero, que debíamos dejar las furgonetas a la vuelta más limpias que una patena, eran más de las 11 cuando salíamos de la facultad. Nos dirigimos a la oficina del alquiler de los vehículos, donde un personal no muy eficiente, pretendía hacer de un cambio de titulares de los coches, un rompecabezas, y aun encima tratándonos como si los que tuviéramos pocas luces fuéramos nosotros.


Tras un total de 5 horas, un viaje en el que Fran nos contó su vida en verso, un ingeniero que dubitaba si este viaje era una buena idea, Marian al volante, peligro constante, una parada en la ciudad de Teruel, y un microinfarto debido a que un perro patada casi termina su existencia bajo las ruedas de la furgoneta, llegamos a nuestro destino, al encuentro con 3000 cabezas de ganado, un burro, media docena de perros y 5 individuos que harán de estos 6 días una aventura inolvidable.

Eran cerca de las seis de la tarde cuando llegamos al paraje de titos, territorio de Socuéllamos, estaba atardeciendo, el campamento ya estaba organizado, las ovejas recogidas en un recinto cerrado, y una cálida hoguera nos daba la bienvenida. Hemos de apuntar que tuvimos la suerte de encontrar a los ganaderos recién duchados, ya que tras 14 días de recorrido, celebraban con agua caliente el ecuador de la vereda.


Sorprendidos se quedaron de nuestra forma de saludar, ya que al contrario de lo que acostumbran, les saludamos directamente con 2 besos en lugar de estrechar las manos. Fueron todos muy agradables en el recibimiento, y no escatimaron en preguntas para conocernos mejor: de dónde sois, a qué se dedican tus padres, a qué te quieres dedicar tú, tienes novio,… Al parecer, toda información es poca para ellos.


Como agradecimiento a toda nuestra jornada de trabajo, en la que “tan útiles” les habíamos sido, nos deleitaron con un plato de arroz con costilla (He dicho ¡costilla de cerdo!, por lo que Marta y Marian, podéis cenar tranquilas).Veníamos enseñados de casa, el protocolo a seguir en estos días de vereda se basaba en: cucharada y paso a atrás, y que no se duerma la bota. No tardamos en practicar el refrán de “donde fueres haz lo que vieres”, y la luz de la lumbre, sin dejar ni restos para los perros, como cerdos nos pusimos, ya que es de bien nacido ser agradecido. 


A pesar de que un ciudadano de Socuéllamos vino a notificar de unas maneras un tanto peculiares, que podían alojarse en un sitio caliente, disfrutar de una cocina, y de colchones donde dormir, ellos rechazaron la oferta alegando que preferían dormir a los pies del ganado puesto que ese es su mayor bien, y no se podían permitir dejarlo sin vigilancia.

El placer de conversar al calor de la hoguera, no hay ningún televisor, móvil u ordenador que lo pueda sustituir, escucharnos, observar cómo se abren a ti para compartir lo que saben, como buscan tu interés, como te sorprende lo diferentes que son cada uno de ellos, y descubrir todo lo que de cada persona podemos aprender.


Autores: Fran Saura, Pepi Rivera, Calasanz Jiménez, Begoña Arnaiz, Teresa Fanlo, Marta Jorba

viernes, 6 de marzo de 2015

Anécdotas

- Empeñados en buscarnos unos buenos mozos y con tierras cada vez que atravesamos un pueblo.

- “Para hacer la vereda no sólo es necesario una buena forma física, también es necesario prepararse psicológicamente: se lleva doble vida”- (Ismael).

- Día 9: Casi se escapa el burro cuando íbamos a pasar por una carretera, se veía a los pastores siguiendo al burro y gritando con voz firme para que vuelva, cuando vuelve con el rebaño galopando supo que hizo mal, tenía las orejas hacia atrás. Otro día cruzando la carretera el burro se despista y continúa por la carretera, en vez de meterse en la cañada. Al ver la situación, Laura y María van en busca del burro y cuando se acerca un coche el burro empieza a galopar. Ambas corriendo tras el burro.

- Todo animal con orejas muy pequeñas = mueso.

- Oveja con:


- Esperando al virus con la vara- Ismael.

- Que Dios te lo pague con muchos intentos y pocos hijos.

- “Y rijiji y rijija y ríase la gente” Ismael interpretando un trabajo de Luis de Góngora.

- Hoy va a ser un gran día -Ismael.

- ¡¡Esto es la guerra, más madera!! - Carlos.

- “Dice el internete que a las 2 despeja” - Vidal-. A las 4 de la tarde despejó. “Mira ya son las dos” - Vidal.


Autores: Amaya, Irene, Laura, María, Sofía y Silvia

miércoles, 4 de marzo de 2015

Trucos

Verrugas: para solucionar un problema de verrugas nos aconsejaron restregarse por la verruga un hueso de animal muerto de hace dos años y después “dar tres vueltas al cadáver” y la verruga se curará. (Realmente Vidal nos contó que tenía una explicación científica, es debido al calcio de los huesos en contacto con la verruga).

Hora a través del sol: para saber cuántas horas quedan de luz en ese día, lo primero que hay que saber es a qué hora atardece y a partir de esa información se coloca una mano por debajo del horizonte y la otra por encima del horizonte hasta llegar al sol. Cada dedo es un cuarto de hora. Por ejemplo, si a las 6 se esconde el sol entonces en ese caso (ver el dibujo) eran las 4 de la tarde, es decir quedan dos horas de luz.


Virus gastrointestinal: beneficioso para la diarrea.
  • Yogur con levadura de cerveza para restablecer la flora.
  • Semillas de lino: se calientan y la gelatina que produce al calentar se ingiere y tiene la función de proteger la mucosa gastrointestinal. Genial para cortar la diarrea.
Receta para cortar la diarrea:
  • Cabra: cocacola, levadura de panadería y bicarbonato.
  • Personas: yogur + levadura de cerveza.
Botas mojadas por dentro: meter unas hojas de periódico dentro y así las hojas absorberán la humedad.

Para las picaduras de abeja poner barro en la picadura.

Cuando las manos están muy frías por el clima o el viento, meterlas en agua muy fría y después de un rato estarán calientes, hecho verídico que nos demostró Vidal, al pasar por una fuente.

Para evitar que las moscas u otros insectos se posen sobre heridas abiertas del ganado, untar directamente la herida con miel.

Autores: Amaya, Irene, Laura, María, Sofía y Silvia